Para saber por qué nuestro cerebro disocia debemos tener bases sólidas sobre lo que conceptualiza la disociación. En efecto, se trata de un estado de distanciamiento o desconexión del mundo que nos rodea.
Esto incluye la discontinuidad de pensamientos, la nula percepción de la existencia y la desaparición de recuerdos. En otras palabras, el cuerpo está, pero la mente no. Y si bien no es una señal de un problema de salud grave, en ocasiones advierte que es momento para buscar ayuda de un especialista. Veamos por qué sucede y cómo evitarlo.
¿Por qué nuestro cerebro disocia?
El por qué nuestro cerebro disocia se responde desde varios componentes. Lo cierto es que puede ocurrir como un mecanismo de defensa ante situaciones angustiosas en demasía, de modo que el cuerpo toma la decisión de ponerse en «reposo».
A su vez, dicho aislamiento también suele suceder cuando la mente asume que el cuerpo es capaz de cumplir con la actividad que se realiza sin estar pensando de forma activa en lo que ocurre. Entendiendo lo antes expuesto, veamos los principales desencadenantes de la disociación.
Entrando al terreno del ejemplo, una situación que suele ocurrir es cuando nos encontramos en una reunión y, al pasar algunos minutos, nos damos cuenta de que no sabemos qué puntos se trataron ni las decisiones que se tomaron. De esta manera, el cerebro se desconectó o utilizó el piloto automático para enfrentar la exigencia del entorno.
1. Exceso de información
En eventos en los que se requiere procesar una gran cantidad de información en poco tiempo, la mente llega a un punto en que se sobrecarga. Acto seguido, los pensamientos se pierden en forma de divagación y se produce un reposo.
Situaciones con estas características llegan a ser favorables cuando lo preferible es dejar fluir el cuerpo. ¿Dónde lo podemos ver? Pues en una sesión de baile en la que los pasos ya se han aprendido y consiguen fluir con naturalidad sin una concentración absoluta en cada centímetro que recorren los pies.
2. Estrés

Las alteraciones emocionales que vienen como consecuencia de problemas repentinos pueden generar un gran estrés con el que muchas veces no sabemos lidiar. Sin embargo, encontramos cierta tranquilidad durante lapsos esporádicos, pero no comprendemos a qué se debe.
La respuesta es que sucede un incidente de disociación como «anestesia» de la realidad. Asimismo, existen eventos más severos para salir del estrés que promueven un aislamiento enorme de la mente y el cuerpo. De hecho, esto alcanza a afectar el sistema nervioso central.
3. Horas de sueño insuficientes
El descanso insuficiente durante un tiempo dilatado hace que algunas personas sean más propensas a pasar por la disociación. La actividad mental se ve disminuida con la falta de sueño. Así pues, se puede accionar el «interruptor de apagado» en situaciones inesperadas y hasta peligrosas.
¿La disociación es algo malo?
La denominación de si la disociación es algo malo o bueno depende de la situación, ya que puede ser considerada desde dos ópticas. Comenzamos por el prisma positivo, en la que la zonificación hace que las actividades relacionadas con la creatividad puedan fluir. Acciones como dibujar, bailar o realizar ejercicios libres consiguen una divagación que mejora el disfrute.
La apreciación se torna negativa cuando la desconexión ocurre para escapar de situaciones que es necesario solucionar, como temas familiares o discusiones de pareja que terminan quedando en el aire. También se vuelve perjudicial al ocurrir por exceso de confianza durante una actividad que parece estar controlada, pero que exhibe riesgos.
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¿Cuándo se debe buscar ayuda?

Entendiendo por qué nuestro cerebro disocia y en qué circunstancias puede comenzar a tornarse riesgoso, llega el turno de determinar el instante apropiado para dar un paso adelante y buscar ayuda.
Por tal motivo, conviene pensar en conseguir un profesional cuando se adicionan síntomas de depresión o de trastorno por déficit de atención con hiperactividad, como los siguientes:
- Imposibilidad para mantener la concentración hasta el término de actividades sencillas.
- Dificultad para administrar el tiempo en diferentes tareas.
- Deficiencia en el control de las emociones.
- Irritabilidad extrema frente a situaciones que eran habituales en el pasado.
- Pensamientos suicidas.
- Episodios de autolesión.
- Bajo estado de ánimo que no mejora con el pasar de los días.
- Ser incapaz de percibir una desconexión luego de que ocurre. Al acontecer, los afectados se percatan por los llamados de atención de las personas de su entorno.
¿Hay alguna forma de evitarlo?
La relevancia de saber identificar el por qué nuestro cerebro disocia está en que existen caminos para evitarlo. En ese sentido, si notas que la situación comienza a salirse de control, los intentos por eludirla comprenden las siguientes actividades.
Conexión a tierra
La conexión a tierra consiste en realizar acciones que garanticen la asociación con el aquí y el ahora, es decir, con el presente. Algunas medidas pueden ser saborear un caramelo aromático, dejar caer agua fría en las manos e incluso hacer estiramientos.
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Ejercicios de respiración
Se trata de una técnica de respiración para aumentar los niveles de concentración. Consiste en darle especial atención a las inhalaciones y exhalaciones, siempre buscando que no se pierda el foco. En cada nuevo intento el objetivo es que el tiempo de enfoque antes de la dispersión y disociación sea cada vez mayor.
Escucha activa
La escucha activa es una técnica para que la dispersión mental no ocurra cuando se está recibiendo alguna información por medio de una clase, indicación extensa o algún discurso. La manera de llevarla a cabo es aplicando señales no verbales (gestos, posturas, etcétera), de manera que se establezca un anclaje con el momento que se vive.
Mejorar el estilo de vida es clave
Luego de internalizar el por qué nuestro cerebro disocia y de establecer el momento para buscar apoyo extra, solo resta hacer el esfuerzo para iniciar el cambio. Asumir el inconveniente es el primer paso.
La recomendación fundamental es adoptar rutinas saludables tanto de sueño como de alimentación. Esto reduce los niveles de estrés y tiene incidencia en la disociación producto de problemas por sobrecargas emocionales.
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